No todos los días pudimos decir
que estuvimos de platique con un super héroe. Al menos lo era para aquellos
quinceañeros que creían saberlo todo y que por encima de todo eran unos cabroncetes.
Y de repente apareció un septiembre
de 1988, un profesor alto, de aspecto desgarbado, vaqueros azul pálido, gafas de
pasta de color negro, portando en brazo una mochila de color rojo chillón y
sobre todo aquel flequillo ondulante a lo Clark Kent, que sobrevolaba Maristas
con una Vespa clásica de color blanco marfil.
Era una época en que nos
quedábamos huérfanos de profe de inglés después de que se nos marchara del
colegio nuestro querido y difunto Mr Jack, y nos quedábamos sin puntos de referencia
en inglés, al menos en 2 de BUP. Solo sabíamos que en 3 de BUP-los mayores –y en
COU-los super mayores-nos esperaba un áspero profesor castellano-leonés apodado
«el albondiguilla».
Pero este Clark Kent vino a
revolucionar en pocas semanas los paradigmas de la enseñanza, al menos en
inglés. De nombre Manolo y apellido Campillo, fue reclamado por nuestro entonces
Director Don Aurelio Santamaría Barriocanal-si la memoria no falla-, recién terminada su carrera de filología
inglesa, a hacer una sustitución efímera de semanas, pero nadie esperaba y menos aún él, que fuera para todo el curso
escolar, por azares del destino.
Sus clases nada tenían de
convencional, aunque intentó serlo de primeras. Algo de teoría, que si
condicionales por aquí y repeticiones de interminables y aburridas pasivas en
el santo idioma anglocabrón por allá.
De repente un gesto espontáneo con la
mano alzando a las gafas de culo vaso que se desplazaban por el rail del hueso
de la nariz y una frase que entonaba y rompía el molde gregoriano de las clases
anglosajonas «¿Queréis que os cuente mis aventuras de motero mochilero y con la
caravana de vespas en England?». Ahí todos gritamos un sonoro y estridente «Sí»
al unísono. Al instante D. Manuel Campillo se convertía en Superman, solo le
faltaba desabrocharse la blusa blanca y dejarse ver en la pechera el anagrama
de la S de Super y como si fuera una metralleta empezó a hablar en un inglés
fresco, espontáneo y de una velocidad pasmosa. Entonces yo pensé, ¿cómo coño
puede hablar más rápido en inglés que en español?.
Las clases día a día hacían
virajes hacia la espontaneidad-para otros el caos absoluto según se mire-, o al
menos la que le dejábamos que hiciera, pues efectivamente éramos unos
cabronazos de campeonato. En una de estas, nos aparece Manolo Superman con una retahíla
de folios con letras de las míticas canciones de Freddie Mercury de Queen, con "It´s a kind of magic", "We are the champions", "I want to break free" o "Who wants to
live forever", que tanto nos recordaba a la película Los Inmortales.
Un año para no olvidar, pues
nunca más supimos más de aquel profesor joven y entusiasta cuando en 1989 nos
tocó el Albondiguilla.
Décadas después tuvimos la oportunidad
de conocer la faceta más humana y sencilla de D-Manuel Campillo, quién aceptó
gustosamente compartir unas horas con estos cabroncetes hoy ya cuarentunos y
bajo el padrinazgo de Don Jerónimo Roca quien tuvo como siempre el detalle y la
generosidad de ofrecernos su nuevo local-Garum- para estos entrañables
encuentros.
No pudimos dejar escapar la
oportunidad de hacerle un pasillo a la entrada del local con la música de la
banda sonora de Superman que inmortalizó el mítico John Williams. Entre risas,
copas de vino de Rueda y Ribera del Duero, un buen surtido de tapas elaboradas
que no defraudaron y puntas de solomillo, pudimos 15 malévolos exalumnos
trasladarnos a 26 años atrás, total nada.
De colofón y con una tarta de
postre festejando el 50 cumpleaños de Manolo Superman cuyas velas pudo
apagar-como así lo pidió David Peñalver- de un solo resoplido, y bajo la música
de John Williams, dimos a paso a las copas y con los ojos entonados y el estómago
saciado empezamos esta vez juntos a cantar en inglés el Super Superman don´t
you understand I love You?...de Miguel Bosé.
Lo mejor llegó al final como en
las buenas películas o las buenas novelas, y D. Manuel Campillo pudo pronunciar
unas palabras llenas de afecto, madurez, sencillez del que es campechano y con
una sonrisa facial, que mostraba su felicidad sincera de este reencuentro
Marista y en las que enfatizó lo importante de ser profesor y de tener vocación
–por extensión a todos nosotros y a nuestras profesiones- para mantenerse en
activo y con fuerza después de 27 años ejerciendo la docencia, para acabar con
la copa en alto y brindarnos sin rayos láser un simple gracias por todo…
Desde este blog, decirte Manolo
que las gracias te las damos a ti y desearte suerte como siempre. No es fácil
para un docente aguantar lo que viene y lo que está por venir de las futuras generaciones.
Fuiste un héroe y un mito para
nosotros, con mochila y Vespa incluidas. También podemos decir de nosotros mismos
que no te hemos olvidado y que fuimos tu primera promoción de alumnos
cabroncetes….
Hasta siempre Manolo, hasta siempre Superman...
Paco Vera